100 años de La Patagonia Rebelde: “Mi padre se fue a Chile defendiendo su vida”

Un testimonio reciente echa luz sobre la figura de Severo Benítez, un delegado de la histórica huelga de trabajadores rurales ocurrida en Santa Cruz en 1920 y 1921. Al igual que el líder rebelde, Antonio “el Gallego” Soto, Benítez logró salvarse de los fusilamientos en estancia Anita, episodio del que se cumplen 100 años este 8 de diciembre. Tras la huida del Lago Argentino (El Calafate), ambos forjaron una amistad al otro lado de la frontera.

*Reseña de video-documental escrita para Sudestada

Con 92 años recién cumplidos, hasta sus últimos días Dante Benítez dio testimonio de quién fue su padre. El destino (o el azar) quiso que esta entrevista, registrada por el realizador audiovisual Christian González Santana en Río Gallegos (Santa Cruz), se realizara dos meses antes de su muerte, ocurrida el 25 de octubre pasado.

“El dirigente huelguista porteño Severo Benítez logró escaparse de los fusilamientos de la estancia Anita el 7 de diciembre de 1921, luego de perder en la última asamblea donde deciden rendirse la mayoría y entregarse al ejército. Severo Benítez se fuga hacia Chile y regresa muchos años después muy anciano. Tuvo varios hijos y uno de ellos es Dante Benítez”, relató el historiador santacruceño Luis Milton Ibarra Philemon en 2019, durante una presentación realizada en el sur del país.

Ibarra Philemon es, en este cortometraje documental, el testimonio que completa el relato y echa luz sobre la figura de este delegado sobreviviente de la matanza obrera. Fundador de la Comisión por la Memoria de las Huelgas de 1921 de El Calafate, Ibarra Philemon es un investigador incansable que hace tres décadas forjó un vínculo muy cercano con el periodista e historiador Osvaldo Bayer, quien reveló la masacre de trabajadores rurales en su obra “Los vengadores de la Patagonia trágica”, rebautizada “La Patagonia Rebelde” tras el film que realizó junto a Héctor Olivera en 1974.

En el proceso de su investigación, Bayer entrevistó al delegado Severo Benítez en Chile. Su testimonio está publicado en el capítulo “El regreso de Antonio Soto”, en el tomo tercero de su obra.


Escribe Bayer: “En el mismo Puerto Natales visitamos a Don Severo Benítez Olguín, porteño, a quien la huida de estancia La Anita significó un cambio definitivo en su vida. Huyó a Chile el mismo día en que lo hizo Antonio Soto y desde ese entonces quedó para siempre en esa pequeña ciudad del  seno de la Última Esperanza. Nos relata la última asamblea, los esfuerzos que hizo Antonio Soto para que la gente no se rindiera. ‘Antonio Soto les habló claro de los peligros –nos dice– de pactar con Varela, pero la gente quería rendirse y terminar con la huelga. Después comenzaron a desparramar la versión de que Soto había entregado sus compañeros. Nada más infame. Fue siempre un hombre bueno, honrado y trabajador, querido por sus compañeros. Pregunte usted en Puerto Natales y en Punta Arenas a todos los que lo conocieron, verá con qué cariño levan a hablar de él. En la huelga era un hombre muy joven y tal vez no calculó que todos los intereses se le iban a echar encima. Hay que remarcar que fue una huelga de solidaridad por los presos. Ese fue el verdadero motivo y no otro. Él nos decía siempre, cuando suelten a nuestros presos vamos a entrar a conversar sobre el cumplimiento del convenio. Pero Varela no permitió dialogar en ningún momento. Entró matando, fusiló a mucha gente de campo que no había cometido absolutamente ningún delito. Se lo digo como argentino. Desde aquel entonces me quedé en Puerto Natales y ya no quise volver’”.

Pero Severo Benítez finalmente regresó, años después, a Río Gallegos, Santa Cruz, donde falleció en la década del ’80. Fue primero el investigador Ibarra Philemon quien logró llegar a sus familiares y allí conoció a Dante, uno de sus doce hijos, con quien también forjó un vínculo cercano.

En los últimos años, el investigador fue el nexo entre Dante y el periodista santacruceño Ernesto Zippo, quien recogió aspectos inéditos del vínculo entre Antonio Soto y Severo Benítez.

A cien años exactos de la huida de estancia Anita, que permitió salvar sus vidas, esta producción audiovisual es el último y más completo registro de aquel vínculo entre el líder y el delegado de La Patagonia Rebelde.

Link de la publicación original que, además, lleva al video: https://www.editorialsudestada.com.ar/100-anos-de-la-patagonia-rebelde-mi-padre-se-fue-a-chile-defendiendo-su-vida/

Esta noche

Esta noche es la víspera de la gran matanza, el preludio de la ejecución de trabajadores en la Estancia Anita, de los dueños de La Anónima, en cercanías de El Calafate, a manos del Ejército argentino. Es el primer gobierno radical de Hipólito Yrigoyen.

Es también el momento de la huida para unos pocos.

Esta noche –hoy– se cumplen 100 años de la tragedia más grande de la Patagonia: la masacre, la pena de muerte sin juicio previo de cientos de trabajadores que reclamaban por las condiciones de vida más elementales; muchos de ellos chilotes, extranjeros de diversas latitudes, también argentinos. Algunos con formación ideológica: anarquistas, socialistas, anarcosindicalistas. Muchos otros –tantos– no, hombres de trabajos duros analfabetos o semianalfabetos.

Una segunda huelga, la de 1921, que se realizó en solidaridad con trabajadores que habían sido detenidos, luego de una primera huelga en la que los grandes estancieros incumplieron el nuevo convenio de trabajo.

Un número no esclarecido de hombres serán fusilados en Anita esta noche. Van a ser muchos. Será la gran matanza, pero no la única de estos meses. Antes de ser ejecutados van a ser apaleados, estaqueados desnudos a la intemperie de la noche, obligados a cavar sus propias tumbas. Aunque hubo fusilados antes y los habrá después, la masacre en Anita es el hecho emblemático de la represión de la Patagonia Rebelde: una matanza –¿un genocidio?– que permanece impune hasta nuestros días.

Sin embargo, no todos acatarán la decisión de la asamblea de rendirse ante la llegada del Ejército. El Gallego Antonio Soto es uno de ellos. El líder de la Sociedad Obrera intentará persuadir a sus compañeros, les dirá que deben escapar para reorganizarse y seguir la huelga. Huirá junto a un puñado de hombres.

Ese mismo día, en la zona del Lago Argentino pero en un grupo diferente de hombres a caballo, también escapará hacia Chile un delegado rural de la Sociedad Obrera: su nombre es Severo Benítez. Él también salvará su vida y, años más tarde, estrechará amistad con Antonio Soto en el sur de Chile.

Su hijo Dante Benítez, quien falleció hace apenas un mes y medio en Río Gallegos a los 92 años, dio testimonio de quién fue su padre hasta el final. El incansable y persistente trabajo de Luis Milton Ibarra Philemon primero, y de Ernesto Zippo en los últimos años, hicieron posible este registro notable del realizador Christian González Santana, más conocido como El Chileno.

A 100 años exactos de la masacre injusta e impune, invito fervientemente a que miren con atención este trabajo grandioso de tres amigos y compañeros. Ha sido un gusto poder compartir esta reseña en Sudestada, que aporta algunos aspectos complementarios y que también invito a leer.

Link de la reseña, que además lleva al video documental.
Luis Milton Ibarra Philemon (captura de pantalla del video)
Dante Benítez responde las preguntas de Ernesto Zippo.