Un mundo

(En el Día del periodista)

Esta noche, después de un día larguísimo, abrí las cajas que fuimos a buscar con el amigo Jorge Curinao al Correo Argentino ayer por la tarde. Son los libros que llegan para la Feria Provincial del Libro que empieza el viernes: siempre me emociona ver los libros nuevos de Sudestada por primera vez.

Les mandé una foto del sillón lleno de libros a mis compañeras y compañeros de PrensaTorias: hay descuentos para escritores, les dije medio en broma, puesto que la mayoría estamos debutando en estos meses como autores de un libro. Luego me disculpé por la hora, era muy tarde, pero les dije que necesitaba compartir la alegría que siento al ver los libros por primera vez; y ese olor del papel.

Esta vez, las cajas repletas además vinieron con una bandera, que no esperaba, y una remera que sí pedí, con la idea de usarla el día de la charla de CinWololo, que tendré la suerte de moderar dentro de dos domingos, en el cierre de la Feria Provincial.

Ya en la medianoche Esteban Lehue –que también es colaborador de Sudestada– escribió en el grupo de WhatsApp de PrensaTorias que tendríamos que postear algo en nuestra fanpage por el Día del periodista, que ya es hoy, 7 de junio.

También me dio mucha alegría sacar el nylon y ver la frase del estampado. Es una remera que está a la par de las de Divididos, de las que tuve de Carajo, la de A.N.I.M.A.L cuando era pibe. Y la bandera para la feria, uf, ni hablar. Es hermoso pensar que, además del stand de libros, vamos a presentar Los Puentes Invisibles con Jorge y La Moro (15hs) y PrensaTorias (17hs) con los chicos y ‘Cacho’ Álvarez este sábado por la tarde.

Y así entonces, en el cambio de día, ordenando los libros y cayendo en la cuenta de que es el Día del periodista, colgué la bandera en el espejo del pequeño living, puse la remera en una percha y elegí varias portadas al azar (y una contratapa) para registrar la imagen que acompaña estas palabras.

A través del periodismo de Sudestada aprendí a mirar cosas que no conocía, no las veía del todo, o las veía desde otro lugar. También que no se trata de estar siempre de acuerdo sino de valorar la entraña desde la cual se hacen las cosas.

Pasaron los años y al final estos muchachos y muchachas, en un inicio periodistas, acabaron por publicar decenas de libros de ellos y de otros, lo que también nos une.

Feliz día periodistas, aún en este tiempo que se sabe adverso para el ejercicio del oficio. Por “Un mundo donde quepan muchos mundos”.

Estamos vivos

Apunte de un tirón luego de ver El amor después del amor.

La vi de manera bastante pausada y lo mismo suele pasarme con los libros: rara vez los leo de un tirón. También me pasa que, si son buenas, o si me llegan mejor dicho, recibo las piezas artísticas así como vienen. Luego, por lo general, la opinión de alguien echa luz sobre alguna cosa, o cuestiona otra que me hace ver algo que no vi.

Me gustó mucho la serie sobre la vida de Fito Páez, que él mismo supervisó. Además de que es un gran artista que ha hecho canciones hermosas, me emocionó ver las primeras escenas en las que aparece Luis Alberto Spinetta en su vida. Su cualidad de cocinero y el dibujo –los lápices que presta a sus hijos– aparecen en seguida. Apenas después, agarran bondi hasta Rosario para ver a las abuelas de Fito.

No sé si habrá sido linealmente así, pero qué importa. ¿Cómo habrá sido para “el señor Páez”, como lo llama Fabiana Cantilo –hermosa– recrear a su propio padre? ¿Y cómo revivir desde el arte, desde esta biopic quiero decir, a su propia madre, a quien casi no conoció aunque heredó el amor por el piano y el talento? Qué duro debe haber sido recrear a sus abuelas, con esa muerte tan injusta.

No son preguntas que me hago a modo de golpe bajo, no. Así como el Flaco está vivo cada vez que escuchamos sus canciones, tal vez haya algo de justicia poética en la posibilidad de Fito de revivir a sus seres más queridos: al papá que despidió cuando supuestamente ya no estaba (qué bien el papel de Campi), a sus abuelas de quien no se pudo despedir en esas circunstancias. Su mamá.

Y luego está la memoria personal, los recuerdos de cada quien, desde ya. Para mí, Fito Páez es Martín Palacios (Laucha) en sexto grado de la escuela primaria N° 19: íbamos a su casa en el Newbery y escuchábamos a Fito y a los Beatles. Por él los conocí. Yo de pedo conocía “Tango feroz”, que me encantaba. Fito también es, un tiempo después, mi prima Claudia escuchándolo en ese cuartito que estaba aparte de la casa en lo del tío Mario y la tía Norma.

Cuando miraba el último capítulo, donde reaparecen casi todos sus familiares en ese juego de presente y pasado que propone “El amor después del amor”, recordé algo que en su momento me conmovió y no le conté a casi nadie. Hace unos ocho años, en una reunión familiar, nos pusimos a ver videos viejísimos que grababa mi tío Jorge en una camarita que en aquellos años era un lujo, a inicios de los ’90. Estábamos mirándonos en los videos y riéndonos de nosotros mismos cuando apareció papá. Papá vivo, su voz… Dios mío. Fue inconmensurable la emoción que sentí, verlo a papá y oír su voz después de tantos años. Me habría largado a llorar ahí mismo, pero quise y supe contenerme. El desahogo vino después.

Cierto es que Fito revivió a sus padres y sus abuelas en la ficción, pero no creo que por eso sea menos importante. Tal vez, de alguna manera eso hacemos también cuando escuchamos la música que nos llega. Crear y recrear la vida.

Me emocionó mucho verlo al Flaco vivo, y esa bondad.

Fito Páez niño junto a su papá.

Ciencia política santacruceña

Hasta hace unos años, para ser noticia en Río Gallegos alcanzaba con colgar un pasacalle en la Roca (Av. Kirchner) o alrededores, en la zona del Salesiano, el Ladvocat, el Correo. “Ivovich Gobernador”, por decir algo, un ejemplo entre decenas.

En los últimos años y con el crecimiento de las redes sociales, Facebook fue ocupando ese lugar: desde los posteos de viejis que suben sus fotos y comentarios en calidad amateur (ex concejales, otrora diputados, viejos referentes, etc.), hasta los community managers que publican con más profesionalismo (en el mejor de los casos). A su vez, Facebook ya es tradicional y pueblerino, en un punto viejo, a diferencia del lifestyle de Instagram, de la política nacional en Twitter y Tik Tok, esa galaxia joven que nos queda lejísimo.

Habrá que ver por cuánto tiempo más, pero el «tradicional izamiento dominical» sigue conservando algo del efecto que tuvieron los pasacalles en esta capital de provincia: reclamar, expresarse, manifestar en el mástil de Kirchner y San Martín sigue garantizando cierta amplificación, rebote mediático y en redes sociales. Pasó con el grupo ‘Buen día vida’ el último domingo, por caso; y Roberto Giubetich –ese pésimo intendente radical– hacía sus ruedas de prensa con agenda abierta después de cada ceremonia, cuando no estaba en Buenos Aires.

Hace algunos años, luego de terminado un izamiento al que había ido por una cobertura periodística, conversamos unos minutos con un hombre que ocupó cargos altos a nivel ejecutivo. Hablábamos de lo que se habla en semanas equivalentes a las de ahora, periodo de definiciones políticas y armados electorales (por eso me vino el recuerdo). Estábamos terminando la charla hablando de personajes públicos con pretensiones electorales, cuando este hombre que no es radical me dijo:

–Mirá, te voy a decir una frase que me comentaron que la decía Alfonsín, pero yo no te la dije. A coger y hacer política, no se aprende de grande.

Fue para mí un off the record esclarecedor.

La foto es de archivo, de un domingo al mediodía en 2015.

El libro y la Feria del Libro de Buenos Aires

Este apunte se va un poco largo pero ojalá les interese. Con relación a mi libro, participé para presentarlo en la Feria pero perdí: quedé segundo como Francia (les cuento más abajo).

Me interesa contarles las novedades en torno al libro, espero no aburrir (ahora son dos libros), pero en esta ocasión me interesa también contar el contexto, a modo de convite, porque es muy relevante: la participación de Santa Cruz en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

LA FERIA. El jueves inició la edición número 47 de esta Feria que es monumental. Nunca estuve ahí, pero se trata de un evento muy importante puesto que está considerada entre las ferias más relevantes del continente y del mundo.

Más allá de su magnitud y escala (existe una tendencia a valorar demás lo mega, en lo personal tiendo a desconfiarle a esa propaganda), lo cierto es que este año le di más atención a la participación de Santa Cruz en función de mi primera incursión como autor de un libro.

Vale decir que cuando decimos Santa Cruz hablamos en términos de dispositivo institucional/gubernamental: allí interviene la Secretaría de Cultura de la provincia, la Biblioteca Pública Provincial; y el Ente Cultural Patagonia.

Para quienes estén por Capital Federal, sepan que la feria estará hasta el 15 de mayo en La Rural. Nuestra provincia es parte del stand 3114, en el Pabellón Ocre, y se suma al Ente Cultural Patagonia, integrado por La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Tierra del Fuego, bajo el lema “Patagonia, territorio literario”.

Toda esta información la tomé de la cuenta oficial de Facebook de la Secretaría de Cultura, donde pueden ver la grilla completa de actividades actualizada día a día: habrá varios autores de la provincia presentando sus libros, participando de mesas redondas con otros autores de la región, y además está a la venta una amplia variedad de títulos.

Stand del Ente Cultural Patagonia.

LOS PUENTES. A inicios de año participé del certamen que organiza la Biblioteca Provincial, por el cual se seleccionan los libros que representarán a Santa Cruz en la Feria. Dos personas en particular (escritores ambos, uno amigo) me instaron a hacerlo. De esa manera, me inicié en los circuitos de circulación y legitimación de los libros (además del juicio fundamental de los lectores, claro).

Fue para mí una buena y novedosa experiencia. Entre una numerosa cantidad de libros, Los puentes invisibles resultó con una mención especial. Aún no sé por qué y qué significa, pero creo que me voy a enterar en la Feria Provincial del Libro, que será en junio, dado que allí se hace una presentación en el marco de la feria.

El jurado estuvo conformado por la profesora Patricia Vega, los escritores Luis Ferrarassi y Carlos Besoaín, este último en representación de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) filial Santa Cruz, el profesor Fabián Coniglio y la licenciada y directora provincial de Cultura, Gabriela Luque. Los conozco a casi todos y son personas cuya labor respeto.

Los libros elegidos fueron “El guardián de los cerdos”, de Sebastián Grimberg (El Calafate); “1921-Cantares de Santa Cruz”, de María Luz Roldán (Pico Truncado); “Historia de la clase obrera en Santa Cruz (1900-1946)”, del grupo de investigación Contraviento (Río Gallegos); y “Hemispherio narraciones de otro”, de Carlos Roberto Pérez (Río Gallegos). También recibió una mención especial “Ramito de magnolias”, de Cristina Núñez.

Un pajarito me contó que Los puentes invisibles estuvo en un lugar expectante en el juicio del jurado, para ser uno de los elegidos entre los géneros o categorías en cuestión, pero finalmente la mayoría votó otra cosa. Por eso digo que quedé segundo, como Francia.

Columna del stand en la que se exhiben los libros de Santa Cruz.

LOS LIBROS Y LA CHARLA. Dos cosas para cerrar. Es muy bueno, interesante y valioso que decenas de títulos de autores de Santa Cruz y de la región se puedan adquirir en el stand del Ente Cultural Patagonia. Cultura y la Biblioteca Provincial tienen mucho que ver en que esto sea posible. Allí está Los puentes invisibles. Y posiblemente llegue a estar PrensaTorias, cuando salga de imprenta en unos días. Ojalá.

Por su parte, las cuatro obras que fueron seleccionadas por Santa Cruz serán presentadas por sus autores el sábado 6 de mayo, a las 19 hs, en la sala ‘Tulio Halperín Dongui’ del pabellón amarillo.

Es curioso observar por primera vez el amplio recorrido de un libro, siempre con la expectativa de que llame la atención de un lector(a).

También es gratificante.

Allí se exhibe Los Puentes Invisibles, junto a otros títulos provinciales. El libro también se ofrece a la venta.

Los libros hermanos

A comienzos de abril les contamos acerca de la pronta publicación de PrensaTorias, un libro que iniciamos en plena pandemia junto a otros seis colegas comunicadores/as.

El libro será al fin una realidad luego de un proceso un tanto caótico (no es fácil coordinar entre tantos). Y ahora sí puedo contarles que Los puentes invisibles de alguna manera nació de PrensaTorias, aunque se publicó antes.

En la presentación oficial que posteamos el 8, titulada ‘Nuestro Libro’, hay un párrafo tomado del prólogo de Pato Jiménez que dice: “Ellos se han tomado el tiempo. Han disfrutado y sufrido, tejer palabras no es tan sencillo, al crear estos relatos. La diversidad que nos ofrecen podrían encontrarla maravillosa, o sorpresiva, o lo que quieran experimentar mientras leen estos mundos inventados, que pueden percibirse muy reales”.

Me interesa contarles lo que me pasó luego de leer PrensaTorias. Lo leí de punta a punta hace un mes, en la corrección previa a la prueba de imprenta, y de veras me gustó. Es entretenido, interesante, heterogéneo, con estilos muy diferentes resultado de seis personas distintas narrando sus historias. Con el plus de Tintoretto que dibujó cada cuento.

En las numerosas entrevistas que mis compañeros han dado en estas dos semanas (fueron muchas), hay quienes se quedan con la intriga de si tal o cual relato pasó dónde, le pasó a quién. ¿Eso fue en un telo de Río Gallegos?, le preguntaron a Ruth.

La confusión tiene sentido al tratarse de periodistas narrando historias. Pero digámoslo otra vez: son ficciones en casi todos los casos, con un puñado de excepciones de relatos verídicos, que son los menos.

Les decía que PrensaTorias de alguna manera hizo nacer Los puentes invisibles. Tiene sentido contarlo por lo siguiente: en 2018 trabajé una primera idea de un libro con Jorge Curinao, pero me quedé a mitad de camino por distintas razones. En 2020, cuando nació la idea de PrensaTorias, releí aquel gran compendio de escritos terminados (y por terminar) y de allí elegí los cuatro relatos míos que integran este nuevo libro. De aquella relectura de textos propios terminó renaciendo mi libro, que culminó en la publicación de Los puentes… a fines del año pasado.

Por esa razón, los cuatro relatos incluidos en PrensaTorias son parte de los cuarenta que componen mi libro. El valor adicional está dado en que los textos, ahora, están ilustrados por Tintoretto (con dos de los dibujos flashié mal al verlos por primera vez). Además, por supuesto, me da mucha alegría lograr un proyecto conjunto, un trabajo colectivo, donde pude poner en práctica los rudimentos del oficio aprendidos hace poco tiempo con mi propio libro.

Aunque tiene ficción y narración en primera persona, Los puentes invisibles se sostiene en lo periodístico: es «realista». En cambio PrensaTorias se sostiene definitivamente en la ficción.

Si les gusta leer cuentos, confío en que PrensaTorias entonces les va a gustar. A mí me gustó.

Todos los nombres

Hace unas semanas estaba repasando Los puentes invisibles por un trabajo y, entre las cosas que iba apuntando, comenzó a formarse una lista de nombres que no había atendido de manera consciente hasta ahora.

Fue Jorge Curinao quien en su momento me propuso, como posible forma de ordenar los 40 textos que lo componen, separar el libro por temas y que uno de ellos fuera ‘Personajes’. Si bien no se siguió ese criterio, cierto es que hay un puñado de textos sobre personajes: además de Pirincho, Quique, Guido, Bayer y La Colo (que figuran en el collage al pie), también están el viejo duende, un periodista porteño, Ana Bayer e Isabel Soto, la hija del máximo líder de la huelga de 1921.

Recuerdo que en plena pandemia leí el tomo 1 de Memoria del fuego, de Eduardo Galeano. Además de que siempre me deslumbró su enorme cultura, me llamó la atención el ‘Indice de Nombres’ que aparece al final, que incluye todos los nombres propios que aparecen en la obra. Fascinante.

Desde ya que este índice de nombres es infinitamente más humilde, pero me pareció divertido hacerlo. Hay muchos trabajadores de prensa y personajes públicos cercanos, por el tenor del libro; pero hay algunos otros que por diversas razones aparecen mencionados en los escritos. Los comparto debajo por apellido, excepto aquellos de quienes sólo aparece el nombre de pila en las páginas del libro. Sus referencias, en algunos casos, obedecen al cargo que ostentaban al momento de la publicación del escrito.

Acuña Kunz Juan (médico y referente de la UCR de Caleta Olivia) ◾️ Alfonsín Raúl (ex presidente) ◾️ Ángela (mamá de Quique) ◾️ Auzoberría Miguel (escritor e investigador) ◾️ Ayala Fernando (productor del film La Patagonia Rebelde)

Báez Lázaro (empresario)◾️ Barría Beto (periodista) ◾️ Bayer Osvaldo (periodista e historiador) ◾️ Bayer Ana (hija de Osvaldo) ◾️

Benítez Severo (delegado rural de la huelga de 1921) ◾️ Benítez Dante (hijo de Severo) ◾️ Bonelli Marcelo (periodista del Grupo Clarín)

Calafiore Mirta (trabajadora de prensa) ◾️ Cantín Raúl (ex intendente) ◾️ Carrazco Juan Domingo (autor de una fotografía de Quique) ◾️ Cepernic Marcelo (ex intendente de Río Gallegos)◾️Cordera Gustavo (cantautor) ◾️ Coronel Cristina (La Colo) ◾️Cortázar Julio (escritor) ◾️ Cota (mi tía, Silvia Espinoza) ◾️ Cristina (Barría, mi tía) ◾️ Curinao Jorge (poeta)

Díaz Facundo (docente fallecido) ◾️ Díaz Rosita (referente de Pastoral Migratoria) ◾️ Di Leo Ariel (diseñador y editor, hacedor de La Rama) ◾️ Dora (Barría, mi madre) ◾️ Doman Fabián (periodista)

Espina Mirtha (periodista)

Fernández Cabral Andrés (actor y veterano de Malvinas) ◾️ Fernández Carlos (Quique) ◾️ Fernández Cristina (vicepresidenta) ◾️ Fortunato Ángela (una de ‘Las putas de San Julián’) ◾️ Foster Maud (una de ‘Las putas de San Julián’)

Galeano Eduardo (escritor) ◾️ García Cuerva Jorge (obispo) ◾️ García Estela (ex diputada) ◾️ García Rocío (diputada) ◾️ Giménez Agüero Hugo (cantautor fallecido) ◾️ Godoy David (trabajador de prensa) ◾️ González Santana Christian (reportero gráfico y realizador audiovisual)

Ibarra Philemon Luis Milton (investigador incansable de las huelgas de la ‘Patagonia rebelde’)

Jaime Ricardo (ex funcionario) ◾️ Juliache María (una de ‘Las putas de San Julián’)

Kapuściński Ryszard (periodista) ◾️ Kirchner Néstor, Alicia y Máximo ◾️ Komandante Petter (cedió una foto de Quique)

Larralde José (cantautor) ◾️ Lehue Esteban (Lic. Comunicación Social) ◾️ López José (ex funcionario) ◾️ Lucas (Doolan, mi hermano)

Maceta (diariero) ◾️ Macri Mauricio (ex presidente) ◾️ Mario (Muñoz, mi tío) ◾️ Martínez ‘Freddy’ (ex intendente de Río Gallegos) ◾️ Matías (Cisternas, sobrino) ◾️ Mazú Matías (diputado fallecido) ◾️ Mestelán Gaby (referente de Encuentro Ciudadano) ◾️ Mollo Ricardo (líder de Divididos) ◾️ Montero Germán (de Asociación Ambiente Sur) ◾️ Montero Hugo (periodista y escritor fallecido, fundador de Sudestada) ◾️ Murphy Bernardo (ex entrenador de Hispano Americano) ◾️ Mosquera Rubén (dramaturgo, director de ‘Las Putas de San Julián’)

Naty (mi ex) ◾️ Norma (Barría, mi tía) ◾️ Núñez Cristina (escritora)

Oyarzún Díaz Pavel (escritor de Punta Arenas) ◾️ Olivera Héctor (director de cine)

Padín Horacio (ex funcionario de Migraciones) ◾️ Paula (Doolan, mi hermana) ◾️ Peralta Daniel (ex gobernador) ◾️ Pérez Gallart Javier (fallecido fundador de Encuentro Ciudadano) ◾️ Perón Juan Domingo (ex presidente)

Quidiante Romina (referente de ‘No estás solo’, sobre prevención del suicidio)

Ramps Juan Carlos (dueño de casa funeraria) ◾️ Raúl (Doolan, mi padre) ◾️ Reineke Luciana (ex compañera de FLIA, cedió una fotografía) ◾️ Riquelme Jorge (reportero gráfico) ◾️ Rodríguez Amalia (una de ‘Las putas de San Julián’) ◾️ Roquel ‘Pirincho’ (ex intendente de Río Gallegos) ◾️ Roquel Daniel (hijo de ‘Pirincho’)

◾️ Rubio Osvaldo (director de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital de Gallegos)

Sabina Joaquín (cantautor) ◾️ Sancho Carlos (ex vicegobernador a cargo de la gobernación) ◾️ Silva ‘Pato’ (reportero gráfico) ◾️ Soto Antonio (el líder más importante de la huelga de 1921) ◾️ Soto Isabel (hija de Antonio) ◾️ Soriano Osvaldo (periodista y escritor)

Taberne Karina (periodista)

Ulloa Rudy (amigo de Kirchner)

Valenzuela Sergio (cónsul de Chile) ◾️ Varela Héctor (jefe militar de la represión a los huelguistas de 1921) ◾️ Varizat Daniel (ex funcionario) ◾️ Vasquez Dante (fotógrafo) ◾️ Vera Guido (periodista fallecido) ◾️ Videla Jorge Rafael (dictador genocida) ◾️ Videla José (jefe de la Base Aérea Militar de Río Gallegos) ◾️ Villanueva Tony (periodista) ◾️ Villegas Sergio (periodista de Calafate) ◾️ Viviana (Doolan, mi hermana)

Walsh Rodolfo (periodista y escritor) ◾️ Walter (Doolan, mi hermano) ◾️ Waly (el viejo duende)

Yrigoyen Hipólito (ex presidente)

Zippo Ernesto (corresponsal de La Izquierda Diario)

La soledad

La invención de la soledad. Qué título. Lo leí este fin de semana, luego de un cruce de mensajes con el amigo Jorge Curinao. Él mencionó a Paul Auster, salió este título en la charla y le dije que lo tenía: lo compré en una de esas librerías de usados que tienen los estantes en la calle, en algunas plazas de Buenos Aires. Fue hace un año, tiempo en el que por otra parte posteé “Soledades”.

En uno de los párrafos de aquel escrito recuerdo que dije que apuesto que, para la mayoría, nuestras soledades son en realidad soledades concurridas; que toda soledad es una soledad concurrida, porque siempre suele haber alguien en nuestra mente, en nuestro recuerdo, en algún momento de esa instancia. Además de parecerme precisa, esa definición que vino a mi mente en ese escrito es el título de uno de los libros de Miguel Auzoberría, La soledad concurrida, que compendia textos sobre cultura de Santa Cruz. Otro buen título.

LA FIGURA DEL PADRE. Paul Auster publicó La invención de la soledad en 1982, es su primera novela, y recuerdo que en esa tarde de enero de 2022 la compré en la librería de usados porque, hojeándola, vi que había sido publicada en el año en que nací.

Es un buen libro. Auster habla allí de la muerte de su padre y, en toda la primera mitad titulada Retrato de un hombre invisible, indaga en su vínculo con ese hombre que siempre se le escapó del entendimiento. Por qué tan pocas palabras, esa falta de afecto, ese carácter. Al autor le toca hacerse cargo de deshabitar la casa del padre muerto de muerte súbita, que vivía solo hacía muchos años; y tirando de la piola llega a conocer la infancia llena de dificultades que ese hombre había tenido. Por qué; por qué: por qué.

La otra mitad del escrito se llama Libro de la Memoria y, además de hablar de la propia soledad del autor, habla también de la escritura –que transcurre en soledad– y de su pequeño hijo Daniel, nacido poco antes de la muerte de su padre. Algo que no pude dejar de pensar mientras leía esa segunda parte del libro es que Daniel, el hijo de Paul, murió de manera desgraciada hace un año. Creía recordar la noticia cuando vi de qué trataba esa parte del libro, entonces googleé, y allí estaba.

PAPÁ. Leí La invención de la soledad apenas regresado de un viaje a Caleta Olivia en el que me reencontré, después de treinta años, con una prima y una sobrina por parte de mi papá Raúl. Las conocí en 1993, junto a la tía Julia, hermana del viejo, y papá murió pocos años después, en 1997. Hace una vida.

Fue luego de aquella vivencia de la semana pasada que me decidí a leer el libro de Auster, que es íntimo, personal. Aunque por otra parte fue Jorge quien justo me lo nombró. Tal vez sea casualidad.

Días atrás, en el posteo sobre el reencuentro con Mirtha y Pía, la familia paterna, escribí que “el viaje a Caleta con mamá, papá y Lucas fue las primeras vacaciones de nuestras vidas, y la única juntos, en 1993”. Recién cuando lo escribí me cayó la ficha de que fueron las únicas vacaciones de nuestras vidas juntos, hace exactos treinta años.

“Veo lo que pienso cuando leo lo que escribo”. Ella no se debe acordar, pero yo sí: desde que se la escuché decir en una charla de cualquier otra cosa hace ya unos cuantos años atrás –varios antes de que trabajáramos juntos, que ni sospechaba entonces– siempre recuerdo esas palabras de Gaby Mestelán sobre uno de los posibles sentidos y «operaciones» que se ponen en juego en la escritura: descubrir lo que pensás cuando leés lo que escribís.

No sabía exactamente qué iría a decir en estas palabras escritas. Sólo sabía que quería escribir y compartirlas después de terminar de leer La invención de la soledad. La soledad concurrida.

Nuestro libro

Tenemos una noticia que contarles. En unas semanas estará publicado PrensaTorias, el libro que reúne textos de ficción de seis autores de Santa Cruz. Todos quienes lo hacemos –incluido Tintoretto, el dibujante– fuimos o somos trabajadores de prensa. Y desarrollamos nuestras tareas en el campo de la comunicación.

En pleno 2020, Tony Villanueva propuso poner en marcha la idea que tenía en mente hacía tiempo. Así fue que comenzó a conversar con Esteban Lehue, que acababa de publicar su primer libro, y con Leandro Doolan. Dándole vueltas al asunto y pensando en amigos y afinidades, a fin de ese año ya estábamos los siete integrantes del proyecto. Se sumaron Ruth Salfate, Lucrecia Sotelo, Sandro Díaz y Martín Flores (Tintoretto), aunque recién nos vimos cara a cara muchos meses después.

Dice el prólogo: “Ellos se han tomado el tiempo. Han disfrutado y sufrido, tejer palabras no es tan sencillo, al crear estos relatos. La diversidad que nos ofrecen podrían encontrarla maravillosa, o sorpresiva, o lo que quieran experimentar mientras leen estos mundos inventados, que pueden percibirse muy reales”.

Patricia Laura Jiménez, además de escribir el prólogo, fue la persona con quien trabajamos los cuentos. Otra pata fundamental fue Ariel Di Leo, cuyo trabajo hace posible la materialización del libro, que saldrá a la Pre-Venta en unos días. ¡Estén atentos!

Pues claro que estamos muy contentos: la idea que nació en la pandemia, será en poco tiempo una publicación de papel. Nos ha pasado de todo en los tres años transcurridos, a quién no. Y tenemos un libro.

Firman los autores

Los Puentes en el mar caletense

Es la primera vez que salgo de Gallegos en el último año y, aunque vine por otros motivos, traje algunos ejemplares del libro.

Es curioso encontrarme con personas que dicen Con mi familia te leemos, Siempre te sigo en las publicaciones, en la otra punta de esta provincia enorme.

Es curioso y gratificante. Al fin de cuentas, se trata de vincularnos a través de los escritos, de las experiencias vividas, de los intereses y preocupaciones en común.

Un párrafo aparte fue el reencuentro con mi prima Mirtha y su hija Pía después de treinta años. Con el libro de nexo, algunos Doolan nos estamos conociendo o reencontrando.

El viaje a Caleta con mamá, papá y Lucas fue las primeras vacaciones de nuestras vidas, y la única juntos, en 1993.

Conocer el mar, ese monumento gigante al trabajador petrolero en medio de la ciudad, la hospitalidad de la tía. Los paseos con la prima y la sonrisa de Pía que aún recuerdo, ella con dos añitos, nosotros once y diez.

Justo antes de salir a la ruta supe que Los Puentes Invisibles obtuvo una mención especial en el certamen en el que se eligieron los libros que representarán a Santa Cruz en la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires.

Me alegra que así sea, aunque de ese tema hablaré aparte cuando regrese a casa.

Escribir a mano (escribir a sangre)

A muchas personas les gusta tener su libro firmado. Ese fue uno de los descubrimientos –entre varios– en la primera experiencia que es para mí publicar un libro de papel.

Otro día quisiera hablar de las Dedicatorias y los Agradecimientos, instancias que fueron muy significativas una vez que el libro estaba camino a materializarse. Quisiera compartir cosas que vienen dándome vueltas hace tiempo, pero todavía no me senté a poner los patos en fila. Para una de las dedicatorias, por caso, terminé tratando el tema en terapia puesto que abrí una puerta que hacía tiempo no abría.

Veo para dónde dispara el texto mientras escribo y me voy a atajar: voy a atajarme. Si es bastante personal, ¿por qué postearlo? No sólo abro el paraguas sino que además voy a citarme, odioso. Lo hago porque creo en la sensibilidad humana compartida: “El puñado de escritos personales que he decidido incluir persigue la misma intención, acaso la posibilidad de reconocernos cuando sabemos lo que les pasa a otros”.

El asunto de las dedicatorias trajo aparejada otra cosa: volver a escribir de puño y letra. Es algo que, o hemos dejado de hacer por el uso de los teclados, o bien hacemos solo para nosotros; tomar apuntes, por ejemplo. Para quienes escriben diarios personales les digo: aún allí lo importante es entenderse uno. En las dedicatorias es el destinatario quien tiene que entender la letra, de ser posible.

Cuando Los Puentes estaban camino a Gallegos fui a una librería escolar y pedí varias biromes. Fui probando el trazo, en letra negra. Probaba y descartaba, probaba y salvaba a un costado. «¿Para qué la necesitás?» Es para firmar libros, respondí. Todavía me pregunto por qué lo dije de esa manera.

Hay en todo esto algo que me gusta: en la mayoría de los casos no supe lo que escribiría hasta el momento en que afirmaba la birome sobre el papel.

El punto –recién llego al punto– es que fue una fotografía lo que me hizo volver a pensar en las dedicatorias. El colega Claudio Álvarez posteó una imagen del libro en el que se ve lo manuscrito. Por lo que se llega a leer, es el ejemplar que quise obsequiarle: él no me pidió el libro y menos la dedicatoria. Pero quise llevar uno para él. Otro ejemplar, sí, es el que acerqué al estudio de la radio para que termine en las manos de un/a oyente a modo de obsequio.

Mientras leía lo que se llega a leer de esa dedicatoria volví a pensar que, quizá, debería haber tomado una foto de cada dedicatoria escrita en estos meses. A modo de registro y de memoria. Para mí.

En las horas previas a la charla sobre el libro en su programa de radio dejé a medias el texto de un post. Ahí decía algo que terminé escribiéndole.

Hace unos diez años me invitó por primera vez a Habladurías, en LU12. Claudio dijo algo en esa entrevista respecto de la escritura, acerca de algunos textos que recién me estaba animando a compartir en redes en aquellos años. Esas palabras fueron un click. Fue uno de esos momentos en que alguien –un otro– se hace eco y te devuelve el sentido que buscabas darle a algunas cosas.

Por eso fue doble mi alegría por volver al aire de su radio, su programa, y hacerlo con un libro en la mano.

Digresión para cerrar: también hay quienes aún escriben a mano porque todavía escriben cartas. “Posdata. Supe que te vas. Te deseo siempre cosas buenas ahí donde es tu lugar”.