Él no lo sabe, pero en tres ocasiones recientes, mientras trabajábamos en el libro, Jorge me dijo cosas que yo venía pensando y estaba a punto de decírselas en los minutos siguientes de esos encuentros. Hoy volvió a suceder.
Al ser mi primera experiencia, nunca había podido comprender la importancia de escribir la Dedicatoria y los Agradecimientos al finalizar un libro. Ariel Di Leo, otro hacedor fundamental de esta pieza, me dice que me excedí un tanto al respecto (un tanto bastante). Entre otras cosas le agradezco su franqueza, que por otra parte suele causarme mucha gracia –respetuosa– por la manera en que lo dice. Al hueso.
Hoy Jorge pasó a ver el número cero de Los Puentes Invisibles (¿se dirá así? En periodismo gráfico se dice así). Es el ejemplar único en papel sobre el cual se hacen las últimas correcciones. Un ejemplar solitario previo a la impresión en serie. El último paso de un enorme trabajo.
Ni Jorge ni yo somos de sacarnos muchas fotos, ni cosa por el estilo. Pero valía la pena registrar el momento, que además está bueno compartir por este medio con las personas queridas y los buenos conocidos en común, que no son pocos.
Alerta spoiler. “Gracias al queridísimo Jorge Curinao, por su amistad, predisposición y generosidad para ser el principal cómplice de esta empresa”, abre la página en cuestión.
