Siento que, en términos de quehacer cultural (por decirlo de alguna manera), casi siempre llego tarde a todos lados. Rara vez soy el descubridor, y cuando lo soy me enorgullezco. Rara vez siento vanguardia.
Esta observación vale para decir que, a mis 40 años cumplidos hace poco, es la primera vez que veo publicado en papel un texto de ficción de mi autoría. En la era de las redes y de los celulares vivimos «publicando» pavadas. Pero publicar en papel es otra cosa.
Casi nunca escribo ficción porque me considero un periodista que, a veces, escribe. Y suelo hacerlo intentando echar mano a las herramientas nobles de este oficio. Por lo tanto, ver el cuento publicado tiene además algo de travesura.
Me encanta que sea en La Rama, cuyo trabajo ya he dicho varias veces que respeto, valoro y admiro. Desde ya que no es casual. La casualidad es otra cosa.
Releí el cuento en el papel y me gustó. Muchas veces no me pasa cuando me releo.
Ojalá ese perro azul tenga la suerte que su corazón desea.
