Dos quesos

Noche fría, casi invierno y aunque ya no te creía en esta ciudad sin embargo apareciste, conjunción del Mar con el Sol a las 21.40, quién lo hubiera pensado posible.

Perdón y gracias, gracias y perdón dijiste, palabras que son bienvenidas. Tratando de explicarte mal dormido aquel último episodio, yo recién despierto, porque el hambre y la heladera vacía me sacaron de la cama y me llevaron a La Anónima antes de que cierre.

Quizá esto sea un sueño pensé, cuando una gitana me quiso levantar entre las góndolas. Lo que faltaba. Qué día raro.

Gracias dije yo también, caminando de regreso, mirando hacia arriba. Adelante de la heladera de los quesos me preguntaste cómo estaba. Los ojos se te pusieron vidriosos. Te dije que bien, y es cierto, aunque en el regreso me acordé de todo lo que debí pasar y decantar en este tiempo.

Creo que nos vamos a querer siempre. «A vos te deseo lo mejor del mundo». Se llama Los Puentes Invisibles.

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