Esta mañana murió en el hospital un viejo de 82 años y es la víctima quince en un mes y medio. Pero era una persona grande, tenía 70 y pico de años y tenía problemas de salud, me dijo varias veces en las últimas semanas alguien mayor y con problemas de salud de mi propia familia.
También muere gente de treinta y pico, cuarenta y pico, cincuenta y pico, y sigue muriendo una persona cada tres días en este pueblo. ¿Acaso si es un viejo no importa porque se tenía que morir?
En un mes y medio ‘logramos’ tener –hoy, 1 de septiembre– el 95 por ciento de la terapia intensiva del hospital ocupada y la segunda terapia de la ciudad, Medisur, está inhabilitada por Covid durante las próximas semanas. La epidemióloga del Ministerio dijo ayer que la duplicación de casos se dio en 16 días, ¿entonces cómo estaremos a mediados de septiembre?
En un Facebook en el que postean desde la guardia del hospital muestran fotos elocuentes de lo que está pasando: Guardia en este momento con pacientes Covid. Si supieran lo que es trabajar toda la noche con esta ropa, calor, falta de oxígeno, el estrés. Esto es real por favor cuídense y ayúdennos a nosotros quedándose en su casa.
Anoche renunció el Ministro de Salud por razones personales, en un hospital de cabecera que bordea el colapso en el área más sensible y con trabajadores y trabajadores que no dan abasto en siete semanas consecutivas de trabajo a destajo, casi sin recambio.
Ya sabemos que no previeron y no se prepararon lo suficiente en los cuatro meses que tuvimos de gracia. Pero además de renegar con razón de los mediocres que dirigen a su fiel estilo de varias décadas, me da rabia nuestra propio acostumbramiento y nuestra propia indiferencia.
Todos la vemos en nuestras propias familias, ¿no?
A esta altura lamento comprobar que aplicamos para la muerte la misma indiferencia que para todas las otras cosas en esta ciudad.
