El jueves me topé con ese cartel que me dejó pensando. Supe enseguida que tenía que ver con la ola de suicidios que desde hace unos meses se está dando en Río Gallegos. En lo personal no llevo la cuenta exacta, pero todos a esta altura sabemos que entre suicidios e intentos el número creció mucho en el último tiempo.

Lo asocié porque es un tema que tengo presente, como tantas otras personas. Aunque en verdad muchas de las veces que voy a la ría lo pienso: este es un lugar donde, entre otras cosas, la gente viene a suicidarse.
Durante varios años, desde 2012 en adelante, fui muy muy a menudo a la ría y en ocasiones me dije: estoy aumentando mis chances de ganarme un trauma por encontrarme un tipo muerto. Casi cada vez que paso por un sitio en particular, cerca de la rotonda que une la costanera con Balbín, recuerdo lo que me contó una persona muy cercana: el muchacho que se colgó en esa baranda le había comprado un disco el día anterior, y habían estado conversando.
El caso del docente Facundo Díaz, que nos conmocionó por sus circunstancias y por lo que generó en la comunidad docente (y en su comunidad docente), se terminó por volver tal vez un caso trágicamente emblemático de lo que nos sucede en este tiempo. Ahora, mientras escribo, me viene a la mente lo que una amiga docente me contó este verano en la costanera: desde aquella vez, mirar el río se volvió para ella una cosa diferente.
No quiero cargar las tintas de manera gratuita, pero aunque no lo dije entonces no puedo olvidarlo ni dejar de pensarlo: el único comunicado oficial tras la muerte de Facundo, escrito por el Consejo Provincial de Educación, no sólo fue breve y frío sino que tampoco mencionó su nombre. Su nombre no fue escrito y en su lugar se optó por describir de manera demasiado técnica las circunstancias investigadas en la institución en la que Facundo trabajaba.
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Fueron pasando los días, las semanas, los meses, estamos ya a mediados de febrero. Entre fines del año que terminó y comienzos de este 2020 las noticias de suicidios e intentos frustrados, en su mayoría de personas jóvenes, se fueron multiplicando. Leo las noticias a diario, miro las redes; pude haberme perdido algunas ediciones de diarios por tomarme algunos días de descanso mental pero luego me puse al día.
Con el paso del tiempo fui formulando la pregunta. ¿Me parece o ningún funcionario hizo mención al tema? ¿Acaso algún director, secretario o ministro, funcionario ejecutivo municipal o provincial, fue consultado o habló públicamente por decisión propia y acaso no me enteré? Si alguien que lee esto me corrige, lo leo con atención.
Mientras tanto pienso: es un tema complejo, sin dudas difícil, entre otras cosas cómo y de qué manera hablar si vemos que en ocasiones luego de la noticia de un suicidio a las pocas horas viene el siguiente, y así. ¿Pero se puede no decir nada por parte de las autoridades de las carteras sociales o de salud pública?
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Vuelvo. Vuelvo a ese cartel que me llamó la atención este jueves en el muelle de la ría: “Hay rescate para sacarte del pozo. No estás solo”, y el detalle de un celular que empieza 297, con característica del norte provincial. Aunque no estaba en la ciudad en esos días, había leído en los diarios que el fin de semana pasado un grupo de (en su mayoría) jóvenes organizaron un recital en la costanera buscando concientizar y llamar la atención sobre los suicidios. Recordaba haber leído también que otro grupo de jóvenes –en las fotos que vi en redes eran todas mujeres– habían empezado también a organizarse en una agrupación.
“Desde nuestro lugar, porque lo sentimos, y con las herramientas limitadas que tenemos, ya que no somos profesionales, hicimos lo que sabemos, organizar recitales. No buscamos fama y lo hicimos gratis, por suerte la gente respondió, estaría bueno que se dejen de contar pibes en las estadísticas del suicidio”, comentó a La Opinión Austral uno de los músicos que participó con su banda el sábado pasado. Sin embargo, el testimonio que más me llamó la atención de esa misma nota, publicada el domingo, es el de Romina: “Nosotros somos nuevos, una amiga mía se suicidó el año pasado y por eso arranqué con esto, con el objetivo de compartir información y prevenir, es un tema muy serio y hay que tocarlo con cuidado”.
Indagué un poco más. En una entrevista con el noticiero de Canal 10 publicada hace unos días y disponible en YouTube, Romina Quidiante, ese es su nombre (también es una mujer joven), cuenta que el click para ella fue el suicidio de su amiga en septiembre del año pasado. Así creó la página de Facebook “No estás solo”, que comenzó a ganar difusión luego de una primera nota publicada en la web de Tiempo Sur a mediados de enero. Romina cuenta que aunque no es una profesional, sí se preocupó por capacitarse, por mirar otras experiencias de iniciativas parecidas, y cree sobre todo que es hora de empezar a actuar en comunidad. En la entrevista con Canal 10 se la ve genuina, sensata, con ganas, y es notorio que hace las cosas con buenas intenciones.
Es visible entonces que en las últimas semanas no sólo creció el número de personas que quisieron o lograron terminar con sus vidas, sino que hubo como contrapartida una reacción comunitaria positiva. En el recital del sábado pasado, además de las seis bandas de rock y artistas de otras expresiones, cuentan las crónicas periodísticas que participaron y colaboraron además de “No estás solo”, el equipo de “Jucum”, “Prevenir para proteger”, “Quiero un Río Gallegos limpio”, y contaron con el apoyo del área de Juventud del municipio.
Hace una semana, la web de Nuevo Día publicó una nota en la que detalla las demoras para conseguir un turno en el Centro de Salud Mental. En la página de “No estás solo” postearon la nota y escribieron: “Esta es la realidad que vive la ciudad y que se tiene que cambiar! Esto es precisamente lo que no queremos que pase más! Que la gente no pueda tener acceso a un profesional para la salud mental en el momento que lo necesita, es un gran signo de falencia! Ni hablar de que la mayoría no contamos con los recursos económicos para solventar las consultas de un particular! El centro de salud mental pasaron de tener 3 psiquiatras a solo uno porque dos renunciaron, y no se da abasto con los turnos… Lo mismo pasa con los psicólogos!! Por favor entiendan que la salud mental es igual de importante que la física!”
El 30 de enero difundieron una nota formal que un paciente envió al Centro de Intervención en Crisis, al Centro de Salud Mental, al Ministerio de Salud y “a las autoridades que corresponda”, en la que esta persona relata las serias falencias que advirtió y que le tocó padecer cuando necesitó de atención profesional por temor a terminar con su vida. El contenido de la nota es elocuente.
Así como Romina valora que aquella primera nota de Tiempo Sur le dio gran difusión, el 30 de enero también cuestionó, en otro posteo, una nota titulada “Cómo se trabaja para prevenir el flagelo del suicidio”. No escribo este detalle para exponer más a Romina ni tampoco para cuestionar necesariamente a el/la periodista que escribió la nota. Sí me llamó la atención la manera en que la voz oficial se expone en dicha publicación, lo que en tal caso me lleva a preguntarme sobre la decisión editorial del medio.
Aunque quizá sea por temor, en esa esfera institucional provincial que es citada en la nota de Tiempo Sur no hay referencias con nombres y apellidos ni cargos institucionales. Hay fuentes, profesionales, lo que lleva otra vez a preguntar por la ausencia de voces gubernamentales en torno a la problemática que estamos viviendo. ¿Pueden las autoridades no decir nada a esta altura de los acontecimientos?
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Con la pleamar extraordinaria a la vista, en ese río y ese muelle (a veces pienso que indagar en la historia de la costanera nos ayudaría a comprender mejor quiénes somos “culturalmente” quienes aquí crecimos), el cartel “No estás solo” nos interpela –debe interpelarnos–, además de pretender tender una mano a quien lo necesita. Y es “la gente”, son personas en promedio jóvenes (como la mayoría de los suicidas), y en su mayoría mujeres, quienes están buscando la manera de empezar a salirnos de ese lugar, acaso nuestro pozo.
