Miguel cree que el arte salvó a Andrés. «Todo era silencio, ya nadie daba órdenes, estábamos esperando el desembarco, el ataque definitivo a nuestras posiciones, algo para que todo terminara de una buena vez. Después, alguien nos golpeó la puerta de chapa de nuestro pozo, abrimos, y un suboficial nos dijo: ‘Volvemos a casa muchachos, se rindió Menéndez’. Y a partir de ahí, ya no pude salir de mi ‘pozo de zorro’, de mi pozo de depresión que duró muchos años, empezó otra historia, la que hasta hoy me acompaña: ser un veterano de la guerra de Malvinas”.
Andrés Fernández se quedó para siempre en Río Gallegos, luego de buscar un paisaje que se pareciera a las islas. Y escribió “1982: UN FRÍO DESCONOCIDO. Dos muchachos, dos historias, dos islas”, junto al periodista Miguel Auzoberría. Contundente y sencillo, «1982…» trata acerca de la dimensión humana de la guerra: cómo les tocó vivir Malvinas a uno y otro. Ambos nacidos en el interior de Buenos Aires en 1961, con un puñado de días de diferencia, son dos hombres de la cultura de nuestra ciudad que se conocieron en la Gallegos de los ’80, en la posguerra. A uno le tocó ir a las islas, mientras que el otro la vivió desde Río Gallegos como ciudadano, periodista y persona de la cultura ya en ese entonces.

Hace unos días Facebook me recordó esta breve reseña del 16 de diciembre de 2016. Aquella tarde hicimos una entrevista con los dos autores de Un frío desconocido… en la segunda edición de la FLIA, la Feria del Libro Independiente y Autogestiva de Río Gallegos. La foto, tomada por uno de los compañeros o compañeras de la FLIA, registra un momento de aquella charla. Sigo recomendando la lectura de aquel libro.