-¿Usted quiere hablar del golpe, señor? Tiene que pedirle autorización a ése y a este otro… ¿También pensaba hablar de peronismo? En tal caso pídale permiso a aquel hombre que está allá… Ah, ¿pensaba considerarse de izquierda? Un momento: tiene que hacerse análisis de sangre en aquella fila… Aaaaah, ¿los va a mandar a cagar a todos porque no entienden nada? Entonces usted es la vanguardia iluminada. Pase al frente, señor. Lo vemos en unos años.
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El texto original, del 24 de marzo de 2016, comenzaba diciendo ¿Usted quiere hablar de los 40 años del golpe, señor? A la vuelta de un viaje laboral, esa misma tarde me enteré de una acalorada polémica que hubo entre militantes radicales y militantes de izquierda en el acto por el Día de la Memoria en Río Gallegos. Sin conocer los pormenores de la discordia, me vinieron a la mente las controversias de años anteriores. Entre ellas, la del kirchnerismo en la Nación haciendo enormes actos cada 24 de marzo mientras los militantes históricos por los derechos humanos de la capital de Santa Cruz nos recordaban que ‘los Kirchner nunca hicieron nada por los derechos humanos mientras fueron gobierno en la provincia’.
De aquella ráfaga de recuerdos vino la ironía, el breve texto, a partir del cual la polémica fue virtual con la participación de militantes de izquierda y radicales, entre otros. Con la dificultad propia de polemizar en caliente tecleando en la computadora o el celular, con uno de ellos concluimos más o menos así:
-Mi posdata es: hay que discutirlo todo, siempre, hasta que duela.
-Ese es el espíritu democrático. Discutir hasta que duela. En eso estamos muy de acuerdo.
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Discutir ideas, matices, develar usos e hipocresías. Nunca estaré de acuerdo con los justificadores del terrorismo de Estado (¿se puede discutir con un fascista?). Hay distancias irreconciliables.
Memoria, verdad, justicia.