La ría de Río Gallegos es un lugar curiosísimo. Lo sabemos quienes acá vivimos, a excepción de los indiferentes y los idiotas. Es cuestión de estar atentos, perceptivos.
Entre el transcurrir del tiempo y de las cosas, ocurren incluso nuestras paradojas: en la ría se ríe, se coge y se ama. Pero también están quienes van cuando deciden suicidarse.
Transcurren los paseos que indagan en el cielo, en las imágenes que devuelve el agua. Quienes caminan su angustia, su duda y su tristeza.
Esta tarde ocurrirá otro fenómeno singular: a las 17.33 el sol se pondrá en uno de sus extremos, hacia el lado del aeropuerto, mientras dos minutos más temprano, a las 17.31, casi en simultáneo, saldrá la luna casi llena en su lado opuesto, hacia el mar y Punta Loyola.
Claroscuro, extremo y paradoja. Sobre el cielo de nuestra ría, como nosotros, frente a la ciudad.

Las fotos son ilustrativas, aunque tomadas en la misma época.
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Estas líneas son del domingo 19 de junio de 2016. En aquel tiempo tenía la costumbre de consultar el horario de la puesta del sol y la salida de la luna antes de salir a pedalear. La simultaneidad entre una y otra fue un descubrimiento inesperado. A modo de aviso, me senté al teclado y escribí en mi red social apurado por el reloj: serían las cuatro y veinte de la tarde. El cielo despejado de ese domingo dejó observar el fenómeno singular.